jueves, 2 de mayo de 2013

ARTICULO SOBRE LAS PINTURAS MURALES EN ALMONASTER LA REAL PARA LA REVISTA ZANCOLI. 2013



Pinturas Murales en Almonaster la Real

Antonio Manuel Cuaresma Maestre

     Almonaster la Real cuenta con un rico Patrimonio histórico, artístico y cultural, en el que destaca de una manera especial las pinturas murales realizadas en la ermita de Santa Eulalia. No solo por ser las primeras pinturas medievales en aparecer en nuestra Comarca, puestas en valor y restauradas el año 1971, sino por su cantidad, que nos hace, al mirar a su ábside, trasportarnos a cómo pudieron ver la decoración de este templo todas las personas que se acercasen al mismo hace ya bastante siglos atrás. 

     Por ello es por lo que se vuelve a hablar de las mismas en esta revista, para seguir dejando constancia de su importancia, esta vez desde un punto de vista iconográfico y simbólico, y que nos va a poner en relación con otras realizadas en diferentes templos de la Sierra, e incluso de distintos puntos de las Provincias de Huelva y Sevilla.

     A la hora de hablar de las pinturas murales de Santa Eulalia, es inevitable no comenzar citando a uno de sus principales valedores y que más ha publicado sobre las mismas, como es Alfonso Jiménez Martín. Sin ir más lejos hace dos años, en esta misma revista, lo hizo por última vez en su artículo “Cuarenta años después”, haciendo referencia a la primera intervención, ya comentada de noviembre de 1971, llevada a cabo por la Dirección General de Bellas Artes, y de la que él formó parte del equipo de expertos que actuaron la ermita. La restauración pictórica fue llevada a cabo por el Profesor Peláez del Espino, dudándose hoy día de su rigor histórico y destacando al visionarlas los numerosos repintes efectuados, pero que no por ello nos alejan de lo que podríamos encontrar iconográficamente en su origen. 

     Al igual que hiciera en su artículo Alfonso Jiménez, yo daré un sentido iconográfico partiendo del estado actual de las mismas. No obstante han sido numerosas las referencias que sobre las pinturas podemos encontrar en diferentes publicaciones, en su mayor parte hechas por profesores universitarios o restauradores, que siempre han querido dejar constancia de su existencia.

     Para poder acercarnos a ellas desde un mayor conocimiento, tenemos que trasladarnos, en un ejercicio mental, hasta el periodo histórico-artístico en el que se realizaron. Hipotéticamente las podemos situar en una iconografía cercana  a finales del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI, cuando en todo el Reino de Sevilla está consolidado este tipo de arte desde los principales centros artísticos, como serían entre otros, los talleres de la Catedral Hispalense o en el Monasterio de San Isidoro del Campo en la sevillana localidad de Santiponce, o en los focos artísticos surgidos también entorno al Monasterio de Santa Clara de Moguer o en diferentes edificios de Palos de la Frontera. Lugares todos ellos donde hoy día podemos encontrar restos de pinturas murales medievales. Cabe destacar que la lejanía con respecto a estos lugares, centros artísticos de primera línea, de nuestros municipios serranos, como es el caso de Almonaster la Real, condicionan la implantación de las mismas en la zona, donde destacarían sobre todo la mano de obra de los aprendices que acompañaban al Maestro, datos estos que nos dificulta su cronología y autoría exacta. Esto también hace que sean “arcaicas en su concepción y poco refinadas en su ejecución”, como indica el restaurador Jesús Mendoza. Técnicamente destaca la realización al fresco, aunque en la mayor parte de las ocasiones, y para conseguir una gama más amplia de colores, se utiliza la técnica mixta o directamente el temple, sobre una preparación previa del muro.

     En el ábside de la ermita de Santa Eulalia encontramos dos momentos pictóricos bien diferenciados, uno el que responde a las paredes laterales, de época medieval, y otro periodo en el que se realizan las pinturas de la bóveda, que corresponde a modelos más cercanos al siglo XVIII.
     
     Comenzaré por las primeras en realizarse y que decoran todos los paramentos del presbiterio, iniciando nuestro recorrido por el muro frontal. Lo primero a destacar es como las seis figuras se enmarcan en un gran tapiz que recorre todo el muro, característica esta que nos habla de cómo este estilo que podemos enmarcar dentro de un gótico-lineal tardío, se mezcla con la pervivencia mudéjar de carácter local aun persistente en la zona, y que además se puede apreciar en los motivos decorativos de los paños de cerámica que se simulan y que separan las figuras, o en los motivos florales de las vestimentas de estas. Su carácter mudéjar es destacable, especialmente en Almonaster la Real, ya que entre sus principales monumentos conservados de época medieval destaca su Mezquita de la que más tarde también hablaré, y que nos da indicios de la importante comunidad primero hispanomusulmana y posteriormente mudéjar que habría en esta zona. 


Pinturas en el testero de la ermita de Santa Eulalia


     Así pues en los extremos de la decoración del testero los personajes que se pueden observar son a la izquierda San Jorge y a la derecha el Ángel San Miguel. San Jorge aparece dirigiendo su lanza hacia el dragón que se encuentra a sus pies y que se presenta en relieve por el bulto surgido en la pared, bajo éste aparecen dos personajes bañados en llamas. Este Santo es un mártir de Iglesia Católica cuyo principal significado es la eterna lucha del bien y el mal, la luz y la oscuridad, en definitiva el cristianismo y el paganismo, el fiel y el infiel. San Miguel, nos invita a una similar reflexión. En Santa Eulalia se representa como Ángel alado, portando en su mano izquierda una espada y en la derecha una soga que cae y se dirige a una figura, que menor en tamaño, se sitúa, igual que en la escena anterior, a sus pies, y que parece agarrar dicha soga. En otro registro, volvemos a encontrar a dos personajes también rodeados de llamas. Tenemos que recordad que este Ángel, fue el que venció y expulsó a Lucifer del cielo y su principal función es pesar las almas el día del juicio final, suele representarse con el demonio encadenado y uno de sus principales significados es encabezar las milicias eclesiásticas contra el mal, o el infiel. Es significativo que se representen estos personajes en este lugar, al ser Almonaster la Real uno de los lugares esenciales de la reconquista y de su posterior cristianización de aquellas personas que fuesen obligados a bautizarse para poder continuar en territorio cristiano.
Este mismo símbolo de fortaleza de fe cristina, se muestra con la representación de los mártires, así a continuación de San Jorge, encontramos a Santa Julia, a la que le sigue Santa Eulalia, y a su otro extremo Santa Leocadia. Tanto Santa Julia, como Santa Leocadia, se suelen representar en relación con Santa Eulalia. Ambas son mártires de la Iglesia Católica y ambas portan palmas y libro sagrado, además de presentar sobres sus cabezas el nimbo de santidad.

     Pero el personaje principal de la escena, a pesar de no situarse en el centro, al ser seis las figuras que componen este mural, es la titular del templo, Santa Eulalia. Fue la primera imagen en aparecer tras retirarse el retablo que decoraría el testero y que contenía la talla de esta Santa. “bienaventurada sta olalla” dicta en el friso que enmarca la imagen, se presenta arrodillada sobre un escabel, y lleva en su mano izquierda el horno, símbolo de su martirio, mostrando a sus pies hasta doce orantes, algunos de ellos sentados en bancos, y que en aptitud de alabanza dirigen su mirada hacia la Santa. Estos personajes parecen ser tomados directamente de miniaturas de la época, que junto a los grabados, se toman como modelos para la realización de las pinturas de este momento. 

     Por último nos queda por comentar la imagen de Nuestra Señora, que se ubica junto a San Miguel. Representa a una Madonna con su menino entre los brazos y al igual que Santa Eulalia, porta sobre su cabeza una corona. A diferencia de otras Vírgenes con el Niño que podemos encontrar tanto en la Sierra, pintura de Santa María del Valle en Aroche, como en Huelva, Nuestra Señora de la Cinta, en Almonaster la Real se representa de pie, y mientras la Madre ofrece una flor al Niño, modelo éste que aparece repetido en distintos murales de la capital hispalense, éste gira su cuerpo casi desentendiéndose de la escena mirando hacia San Miguel que se encuentra a su derecha, detalle éste que nos habla del abandono del hieratismo de estas representaciones, como sucedía en pinturas de esta iconografía de épocas anteriores.

     En todas estas pinturas, destaca en su conjunto el enmarque de las mismas, y todos los motivos de decoración que la componen, como los arcos poligonales en la parte superior de las figuras, o los ya comentados paños de cerámicas, a los que además se le añade unas columnas torsas que enmarcan aún más si cabe la escena, y sobre todo algunos detalles del suelo, que junto a las vestimentas y sus decoraciones de roleos florales tan característicos de este rasgo mudéjar en su realización,  las ponen en relación directa con las halladas en San Pedro de la Zarza de Aroche o algunos frescos del Monasterio de San Isidoro del Campo.

     Vayamos ahora al mural de la derecha. Donde encontramos en primer lugar y de forma aislada, aunque parece una continuación de ese mismo tapiz antes comentado, por los flecos que recorre todo este muro izquierdo, a San Sebastián, Santo que podemos identificar por sus atributos, ya que porta en su mano izquierda un arco y a la espalda un carcaj, frente a él y a menor tamaño aparecen dos personajes orantes que se han querido identificar, en un primer momento, como una posible representación de los Reyes Católicos. La advocación a San Sebastián fue importante, al considerarse este un Santo protector contra los efectos de la peste, y contaba con ermitas en numerosos lugares. Sin ir más lejos en Almonaster la Real había una ermita dedicada a este Santo, de la que hoy solo quedan algunos muros y las bóvedas de su altar mayor.


Mural de la derecha en la ermita de Santa Eulalia



     Seguido de él, aparece pintada una pilastra con casetones, junto a la que se encuentra una ventana abocinada bajo la cual aparece una cartela en la que se puede leer en caracteres góticos: “Esta Ermita fue construida al servicio de Dios y de la bienaventurada Santa Olalla y reverencia del bienaventurado Señor San Sebastián y del Señor Santiago, haec omnia pictavitur [...]”. Que nos habla de la identificación del Santo citado como de la escena que le precede en este paramento del lado de la epístola. Una escena del Apóstol Santiago en pleno combate contra las tropas hispanomusulmanas, volviendo al discurso iconográfico de estas pinturas, destacándose la reconquista y la lucha contra el infiel.
En la escena de combate aparecen numerosos personajes. De izquierda a derecha, un caballero de la Orden de Santiago montado a caballo alancea a un soldado hispanomusulmán que se encuentra en el centro junto a dos compañeros más, todos ellos a caballo siendo acorralados por el anteriormente caballero citado, por un lado, y por Santiago, en su representación de Santiago Matamoros, por el otro. La representación de Santiago nos recuerda a su aparición en la Batalla de Clavijo, en el que las tropas cristianas estaban en plena reconquista de los territorios de Al-Ándalus, y se muestra montado en su doncel blanco, llevando en su mano derecha la espada levantada y en la izquierda una banderola con cruz de la da orden, además sobre su cabeza, que se presenta nimbada, porta el sombrero característico de este Santo con la concha compostelana en su frente. A los pies aparecen oponentes vencidos, destacando la decapitación de algunos de ellos. Toda la escena se ubica en un lugar montañoso que decora el fondo de la misma. Igual iconografía podemos encontrar en la iglesia de San Jorge en Palos de la Frontera, en este lugar, aparece solamente el Santo a caballo, en la misma acción, incluso con el mismo detalle de vencidos decapitados a los pies del caballo, la cruz en la que finaliza el mástil de la bandera que lleva en su mano, es similar a la de Almonaster. Sin ir más lejos, en la reciente restauración de las pinturas de la ermita de San Pedro de la Zarza en Aroche, aparece esta misma escena haciendo referencia a la reconquista, pero en esta ocasión las características estilísticas parecen anteriores, aunque el tema iconográfico tratado es el mismo.

     Por último hablaré del muro de la izquierda del ábside. Donde al igual que en el mural anterior, como continuación de las figuras del testero, aparece una primera figura aislada, que puede tratarse de San Vicente, mostrándose iconográficamente como un joven imberbe, vestido de diacono, pero cierto es que no porta los atributos habituales de su martirio ni la palma del mismo, ante él se presentan dos figuras femeninas orantes de menor tamaño. Seguidamente aparece la misma composición que en la pared anteriormente comentada, observamos pintada una pilastra con casetones y tras esta otra ventana abocinada, bajo la cual hay un nuevo letrero, que en esta ocasión nos dice: “esta ermita fue construida al servicio de dios y de la bienaventurada Sta Olalla y reverencia del bienaventurado Señor San Vicente” rematada en su parte baja al igual que la anterior con unos motivos florales, de raigambre mudéjar, que parecen imitar el mismísimo ataurique realizado por los hispanomusulmanes en yeso. A continuación le sigue una escena cuanto menos de difícil lectura iconográfica.


Mural de la izquierda de la ermita de Santa Eulalia


     En esta parte del muro del evangelio del ábside, aparecen diferentes figuras, formando escenas cortesanas, decir que éste es el muro con mayor repinte y que algunos autores han nombrado como escenas del la vida de la Santa titular, pudiéndose leer en el suelo ajedrezado el nombre de “Santa Olalla”. Repartidos por el muro aparecen de izquierda a derecha, en primer lugar, y en la parte baja de la escena saliéndose del bordado del tapiz que también recorre esta parte del muro, un personaje con un frasco en sus manos, a mayor tamaño y montado en un caballo encontramos a otro varón, seguidamente se representa a un caballero que sujeta por la muñeca a una dama. Tras ésta, surge una nueva escena de interior, donde aparecen dos doncellas, una de pie y la otra arrodillada cogiendo del suelo una silla de montar morisca. Al fondo, y tras una ventana, dos personajes de difícil identificación montados a caballo por un paisaje montañoso componen la escena.

     Según Alfonso Jiménez y debido a diferentes avatares políticos que afectan a esta zona, el mural pudo no concluirse en su totalidad.

     Todo el conjunto está técnicamente realizado con un dibujo preparatorio al fresco y terminación al temple. Son pinturas enmarcadas en el gótico lineal, donde prima el dibujo sobre el color, siendo éste muy plano y rellenando solamente los espacios.

     Pero además de estas pinturas en el testero del ábside y que responden a una reforma realizada en la ermita en el siglo XVI, las que comento a continuación también forman parte de otra intervención realizada en el edificio en el siglo XVIII. Recordemos que fue a finales de este siglo cuando Almonaster recupera tras diversos acontecimientos su condición realenga. Sería por esta época cuando se decora con pinturas murales la bóveda gótica de nervios diagonales de ladrillo que cubre el presbiterio, decorándose con pinturas barrocas los cuatro cascos de la bóveda y las paredes frontales. Destaca sobre todo la decoración de estilización vegetal, simulando yeso, donde predomina el blanco junto a los colores ocres y amarillos, teniendo en el centro de la decoración unos óvalos enmarcando las figuras de San Tadeo, Sor Juana de la Cruz, San Ildefonso y un Calvario, sobre las cuales hay otro óvalo con el nombre de los santos y Sor Juana, y con el de Almonaster la Real junto al Calvario. Además en el frontal donde se encuentra San Judas Tadeo se intuye una inscripción de difícil lectura donde parece poner: “Eulalia Emeritense Virgen Augusta
Damos por sentado que todos los lectores de estas líneas conocen el lugar del que hablamos, ermita que fue declarada Monumento en abril de 1976, y está inscrita en el Catalogo General del Patrimonio Histórico y con ella sus pinturas, y declarada BIC en 1982. Un lugar telúrico ocupado históricamente desde época romana, a la que pertenece la factura exterior del ábside que hemos comentado, hasta hoy día donde se celebra anualmente la Romería en honor a Santa Eulalia y que sigue dando vida a este lugar. Así pues tales pinturas no se tratan de un elemento testimonial arqueológico, ya siguen cumpliendo las funciones para las que fueron creadas llenar de color el interior del edificio y darle al lugar la importancia que su origen tuvo cuando fueron realizadas.


Pinturas de la cúpula del ábside de la ermita de Santa Eulalia


     Pero no quería dejar de mencionar en estas líneas una serie de restos pictóricos, que en menor grado decoran diferentes edificios, pero no por ello menor en importancia, una serie de pinturas existentes también en la localidad de Almonaster la Real, en esta ocasión repartidas por el tejido urbano. Como son en primer lugar las muy deterioradas pero existentes en el ábside de la cristianización de la Mezquita.
Justo después de la reconquista la mezquita fue purificada y convertida en ermita bajo la advocación primero de Santa María, cuando se construye su primitivo ábside, y posteriormente a finales del siglo XV y principios del siglo XVI la advocación cambia bajo el título de Nuestra Señora de la Concepción. Y será en la primera mitad del siglo XVIII cuando se construye la cúpula semiesférica de ladrillo que cubre el presbiterio dividida en ocho cascos mediante baquetones de yeso, redecorándose el ábside y realizándose la ornamentación de la cúpula, con una serie de pinturas de las que hoy podemos ver sus restos muy deteriorados, a punto de desaparecer, pero que dejan intuir una decoración vegetal que decoran todo el espacio, a modo de yesería, en la que se encuentran unos tondos que albergan a unos personajes que por sus atributos puede que se traten de San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio Magno, todos ellos padres de la Iglesia Latina. Desconocemos si en los restantes cascos pudieran existir otra serie de personajes, aunque por la decoración vegetal que se intuye y que parece cubrir todo el espacio pudieran ser los anteriores comentados los únicos personajes representados. En la restauración de la Mezquita también intervino Alfonso Jiménez, en el año 1975.
Además es de destacar que a finales del siglo XIX, José Álvarez Martín, diseña un chapitel cónico para la torre con dibujos al fresco imitando un damero de rombos, hoy desaparecido debido a que un rayo, caído en 1971, destruyó todo el cuerpo alto de la torre.
Para ir concluyendo me gustaría citar los restos pictóricos aparecidos en la reciente restauración de la iglesia Parroquial de San Martín, que según fuente oral podrían tratarse de blasones y de motivos que se extendían por los pilares hoy ocultos bajo la pintura.
Junto a todo este arte en las paredes de los diferentes edificios religiosos, es digno de citar las decoraciones pictóricas, en esta ocasión de carácter civil, que se encuentran en algunas casas de Almonaster la Real, que han conservado sus restos de pinturas, y a las que se unirían seguramente muchas otras que existieron en su momento, hoy ya desaparecidas.

Pinturas en la cúpula del presbiterio de la Mezquita de Almonaster


     Todo ello nos habla de una importante industria en este apartado artístico de la historia de Almonaster la Real, centrado principalmente en dos épocas concretas como son las del siglo XVI y las realizaciones del siglo XVIII, periodos de mayor pujanza económica de la región y que se ve refrendado en la decoración de algunos de sus edificios más significativos.

     Para concluir me gustaría dejar constancia de una bibliografía, con orden cronológico, que nos habla de la literatura derramada donde se citan estos motivos tratados. Y además volver a poner de manifiesto la importancia  de su conservación que hacen que el patrimonio de nuestros pueblos siga continuando tan rico como siempre lo ha sido.



Bibliografía
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Webgrafía
     www.almonasterlareal.es

Este artículo fue publicado en la Revista Zancolí en Almonaster la Real (Huelva) en el año 2013, si utiliza sus datos cite la fuente 

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